En estos tiempos de emancipación femenina, es necesario que sepas manejar un auto, al menos para tener, en caso de emergencias, la posibilidad de llevarlo a él (o a los chicos) al hospital sin depender de taxis o medios de transporte público.
El problema surge a la hora de tener tu autito propio, entre cambiarle el aceite, inflarle las ruedas, cargarle nafta, asegurarte de que las luces anden siempre todas bien, revisarle el termostato, llenar el zorrino, y demás responsabilidades que vienen con el título de propietario (y ni hablar si te hace algún ruidito extraño), te podés llegar a volver verdaderamente loca.
Es importante que este tipo de posibles desafíos los charles con tu pareja a la hora de decidir si estás lista para tener tu propio auto. No intentes hacerte cargo de todo como si fueras una supermujer, sólo somos mujeres, no podemos con todo, y hay que saber comprender cuáles son las cosas que no corresponden a nuestro sexo; el auto es una de ellas.
Los hombres tienen una predisposición para los fierros, entonces, dejale a él las tareas que le competen, pedí ayuda con todo lo relacionado al mantenimiento del auto, y vos encargate sin más a tener todos los papeles al día y a que esté siempre aseado (un auto sucio da una imagen de dejadez, y eso es algo que una mujer jamás puede permitir, en ningún orden de la vida).
Un último consejito de amiga para que nunca pases vergüenza: no intentes estacionar paralelo al cordón, salvo que el espacio que tenés entre autos sea mayor al tamaño del tuyo multiplicado por 2,5.